jueves, 18 de febrero de 2010

¿Sueña él conmigo?


He vuelto a soñar contigo, sentía tu respiración entrecortada buscando mi cuello, las ganas de amarnos se peleaban bajo las sábanas. Fundamos nuestras ganas de vivir en una sola hasta que nuestros cuerpos se desgasten y se pierdan por completo en un solo corazón.

¿Desayunamos?

Hoy el sol no quería levantarse de la cama, supongo que tendría un día de esos en los que no deseas más diversión que sentir el roce de las sábanas. Aún así ella se levantó, no quería tomar el mal ejemplo del sol y desperdiciar un bonito día de lluvia disfrazado de veranos húmedos en ropa interior, eso sería una tontería y mucho más sabiendo que él seguía ahí, tumbado en la cama, perfumando cada rincón del pequeño cuarto. ¡Yo me hubiese levantado con tal de poder prepararle un café bien cargado de cariño y desayunar besos con tortitas! Sigue roncando, y eso que ella no tiene cuidado de no hacer ruido, menudo perezoso… Ya está vestida y se ha puesto tres gotas de perfume en la muñeca, su pelo sigue enmarañado pero le da un toque sensual. Finalmente él abre un ojo, la contempla, sonríe y suspira reviviendo cada segundo de la noche anterior, está pensando en no afeitarse y quedarse todo el día en la cama, hasta que las sábanas se adhieran a su piel, seguro que ella estaría encantada si él la invitase a unirse…
Sin embargo ella tenía otro plan en mente que para nada tenía que ver con excursiones sin retorno en el colchón, le apetecía olor a café y a tostadas quemadas, abrazos entre sorbo y sorbo y a los Smiths como banda sonora de un desayuno interminable.
¿Cuál de los dos se saldrá con la suya?
No hay cosa que me guste más que hacer planes para el desayuno y que no falte la cafeína que guarda en las comisuras de sus labios.

Horizontes de Algodón.


Mientras soñamos, imaginamos o simplemente nos evadimos, una parte de nosotros desaparece convirtiéndose en ilusiones con sabor a piruleta.
Desaparecer entre nubes de algodón, sentirnos fuera del juego, inventarnos nuestras propias reglas y seguir el camino que nos plazca, pero claro eso solo es posible mientras soñamos.
Cerrar los ojos, sentir el frescor de la brisa y el olor a galletas recién horneadas. Paraísos de ceras de colores, sonrisas y más sonrisas con aroma a vainilla.

Tener un castillo, castillos de esperanza, promesas e ilusiones que se ven reducidos a frías ruinas irreparables. Cada ladrillo que mantenía en pie semejante construcción aparece en pedacitos ya sin forma alguna, una imagen heladora, un escalofrío que recorre cada extremidad de nuestro lívido cuerpo.

Por el miedo a otro repentino derrumbamiento, la monotonía pasa a formar parte de nuestras vidas, no más horizontes de algodón, las ilusiones se escapan como la arena de entre nuestros dedos. Dejamos de ser lo que somos; nos dejamos influenciar por la angustia, el olor a piruleta se percibe vagamente y no deseas, no exiges, no respondes, no sufres, no sientes…

La bombilla se fundió, las velas se acabaron y por supuesto no tenemos pilas para las linternas, esta todo oscuro y el sol lleva tiempo escondido. Nos perdemos entre laberintos de regaliz negro y nos hacemos a la idea de que es mejor seguir dando vueltas en el mismo trecho de regaliz, sin querer explorar más allá dónde los árboles de pica pica crecen a sus anchas.

Pero cuando ya no viajas sólo, el regaliz negro te sabe a poco y buscas el rojo que te llevará al infinito sabor de frambuesa, compartes sensaciones e incluso acabas parando por los campos donde crece el polvo pica pica que tantas cosquillas te hace, carcajadas entre nubes de azúcar y los deseos, sueños e ilusiones reaparecen en paquetitos de 5 que siempre saben mejor compartidos.

Hazme caso.


¿Sabes qué pienso? Qué crees estar tan segura de ti misma que acabas perdida entre el tiempo y la experiencia. Rondas mi mente, cabizbaja arrastrando tus amarguras hasta lo más profundo de mis ilusiones. Te empeñas en no vivir, insistes en no ser feliz. Te dejas llevar por el aroma que desprenden sus mentiras, viajan por los poros de tu piel en transatlántico, disfrutan al ver cómo te vas quedando sin deseos, sabiendo que tú único deseo es rozar sus labios sin sentir dolor.
¿Escuchas cómo tu corazón te pide que le saques de paseo? Pero niña hazle caso, lleva mucho tiempo encerrado, ya han pasado 2 inviernos desde la última vez que se amarró al sol y viajó hasta dónde lo que tocas es lo que sientes y lo que sueñas es lo que ves. Tranquila, no te asustes, sólo dame la mano quiero enseñarte que hay al otro lado de sus promesas infinitas que quedaron almacenadas dentro de algún cajón, esta vez no voy a dejar que esos ojos del color de los sábados en la playa vuelvan a inundarse de sal…
Sólo te pido una cosa, quédate a mi lado, podemos buscar otro aroma que nunca deje que nuestras manos se separen.